En una árida localidad del estado indio de Rajastán, las niñas son bienvenidas al mundo con un ritual terrenal y duradero: la plantación de 111 árboles en su honor. “Cuidamos de los árboles como parte de nuestra familia porque son el fruto de la tierra y también porque nos darán el fruto para mantener a nuestras hijas”, explica una de las mujeres de la aldea de 8.500 habitantes que se benefician del proyecto.
Desde hace seis años, las madres de Piplantri pueden formar parte de la iniciativa Kiran Hadhi Yogana de forma voluntaria. Al entrar en el proyecto, las familias se responsabilizan de la plantación y cuidado de 111 árboles por cada niña que nazca en su hogar. También de forma voluntaria, los padres se comprometen a aportar un depósito fijo de unos 271,5€ para el futuro de sus hijas. “El resto del pueblo contribuye para hacer un total de 400€ para cada niña. Si las familias no puedan aportar la cantidad más alta, ésta correría a cargo de la comunidad”, explica el alcalde y creador del proyecto.
Shyam Sundal Paliwal concibió la idea cuando se vio al cargo del Departamento de Saneamiento y Medio Ambiente de Piplantri. “Kiran Hadhi Yogana beneficia a todos. Más de 60 familias se han sumado al programa y hemos plantado 285.000 árboles en un espacio de 2.000 hectáreas”, apunta Shyam, quien asegura que ahora las familias están más predispuestas a aceptar el nacimiento de niñas por la ayuda económica que ello conlleva.
La concepción de una niña en India supone un contratiempo debido a las imposiciones de una sociedad patriarcal y patrilineal. Los varones son el sustento de la economía doméstica mientras que las hijas son casadas previa dote, lo que implica un gasto a veces difícil de afrontar. La permanencia de este atavismo conduce, en muchos casos, a los feticidios femeninos. En el caso de menores de 6 años, sólo hay 888 niñas por cada 1.000 niños, cuando la proporción natural de sexos favorece al sexo femenino.
El proyecto en Piplantri está dando sus frutos. Según Shyam, la proporción de niñas y niños se ha invertido en los últimos seis años hasta llegar a los 48 niños y 52 niñas. Además de mejorar el entorno natural, la plantación de árboles también previene los matrimonios infantiles, otra de las lacras sociales de India. Para formar parte del proyecto, las parejas se comprometen a cuidar de los árboles plantados así como mantener el depósito concedido hasta que su hija cumpla 18 años, cuando lo podrán usar para su educación o para la dote matrimonial.
El Gobierno indio ha premiado la iniciativa por conjugar un entorno limpio y al desarrollo de los derechos de las niñas, y algunos expertos han descrito este movimiento en términos de eco-feminismo. Pero el proyecto no se ha quedado ahí, sino que ha servido de sustento para algunas mujeres de Piplantri organizadas en cooperativas de producción y venta de productos del aloe vera que se planta entre los árboles. Esto, a su vez, ha hecho que la cooperativa piense ya en los posibles usos de la madera y el bambú para la fabricación artesanal de mobiliario casero, y así dar trabajo y generar ingresos para otras mujeres del pueblo.
Fuente: elpais.com