Nadie está menos capacitado para beneficiar a sus semejantes, que aquél que realiza actos violentos, ya que el alcance de nuestras acciones es potencialmente devastador para las generaciones en formación y, por ende, para las futuras.
Desde edades remotas se ha utilizado la violencia para cobrar ofensas e imponer criterios y deseos. Más aún, se la ha utilizado para combatirse a sí misma… de esta manera, la supuesta solución ha vuelto interminable el camino hacia la tan deseada y necesitada Paz.
Las semillas de una vida sin violencia han de sembrarse en los niños a cada instante, desde los actos cotidianos. Sin embargo, para que las semillas desarrollen su potencial, es menester que padres y educadores sean ejemplo viviente de una cultura de Paz. No basta con hablar de ella; es vital respaldar las palabras con incontables vivencias de armonía, comprensión y ternura.
El desarrollo y la evolución del ser humano se encuentra oculta en adultos que, despertando su inteligencia espiritual, profundizan, no sólo en relación con el sentido de la trascendencia sino en comportamientos tan importantes como la gratitud, la no-violencia, la humildad o la compasión. Este es el mejor regalo que ofrecer a las niñas y niños que amamos.
Descubramos la inteligencia espiritual innata en cada uno de nosotros. La plenitud humana pasa necesariamente por una disponibilidad hacia los demás en forma de sensibilidad y justicia.
Obsequiémonos a nosotros mismos y a nuestros niños una vida llena de alegría, vitalidad y dignidad. Pongámonos manos a la obra...
Desde edades remotas se ha utilizado la violencia para cobrar ofensas e imponer criterios y deseos. Más aún, se la ha utilizado para combatirse a sí misma… de esta manera, la supuesta solución ha vuelto interminable el camino hacia la tan deseada y necesitada Paz.
Las semillas de una vida sin violencia han de sembrarse en los niños a cada instante, desde los actos cotidianos. Sin embargo, para que las semillas desarrollen su potencial, es menester que padres y educadores sean ejemplo viviente de una cultura de Paz. No basta con hablar de ella; es vital respaldar las palabras con incontables vivencias de armonía, comprensión y ternura.
El desarrollo y la evolución del ser humano se encuentra oculta en adultos que, despertando su inteligencia espiritual, profundizan, no sólo en relación con el sentido de la trascendencia sino en comportamientos tan importantes como la gratitud, la no-violencia, la humildad o la compasión. Este es el mejor regalo que ofrecer a las niñas y niños que amamos.
Descubramos la inteligencia espiritual innata en cada uno de nosotros. La plenitud humana pasa necesariamente por una disponibilidad hacia los demás en forma de sensibilidad y justicia.
Obsequiémonos a nosotros mismos y a nuestros niños una vida llena de alegría, vitalidad y dignidad. Pongámonos manos a la obra...