lunes, 25 de noviembre de 2013

EL NEGOCIO DE LAS HISTERECTOMÍAS


El rostro de Sunita se endurece cuando habla de su operación. "Fui a la clínica porque tenía sangrado abundante durante la menstruación", dice. "El médico me hizo un ultrasonido, me advirtió que podría desarrollar cáncer, y me dijo que necesitaba una histerectomía ese mismo día."

Sunita dice que no quería operarse enseguida, que quería hablarlo primero con su marido. El médico le dijo que la operación era urgente, de modo que Sunita entró en quirófano unas horas más tarde. Más de dos años han pasado desde ese día, pero Sunita dice que todavía se siente demasiado débil para trabajar o cuidar de sus hijos.

Los líderes del pueblo de Sunita dicen que cerca del 90% de las mujeres de la zona han sido operadas, incluso jóvenes de 20 a 30 años. Los médicos suelen cobrar alrededor de $200 por la operación, lo que a menudo significa que las familias tienen que vender ganado u otra propiedad para reunir el dinero necesario.

Para muchos, está claro que está ocurriendo algo extraño y profundamente preocupante. Los informes de algunos estados de India, como Rajasthan, Bihar, Chhattisgarh y Andhra Pradesh, sugieren que se extirpa el útero a un número extraordinariamente alto de mujeres de todas las edades.

El Dr. Gupta, miembro de un socio local de Oxfam, es uno de los muchos activistas convencidos de que algunos médicos particulares están incurriendo en una flagrante negligencia. Según él, "La gente dice que en algunos lugares, hay distritos enteros sin útero. Parece que los médicos particulares ven esto como una oportunidad de ganar dinero fácilmente. Están operando a mujeres con enfermedades que podrían tratarse de manera más sencilla y menos invasiva." A la fecha, no hay datos fiables sobre el número de histerectomías realizadas, pero la evidencia sugiere que se han vuelto mucho más frecuentes en los últimos años.

Con la intención de mejorar la asistencia médica a las personas pobres en zonas rurales, el gobierno lanzó un plan de seguridad sanitaria nacional, el RSBY, en 2008. Bajo este plan, las familias que viven por debajo del umbral de pobreza pueden recibir un subsidio por tratamientos médicos de hasta 30.000 rupias anuales (550 dólares) en algunos hospitales privados a los que el estado reembolsa directamente. Pero los críticos dicen que el plan parece estar alentando a algunas clínicas a realizar histerectomías innecesarias, que utilizan a las mujeres pobres para tener acceso a fondos del gobierno.

Los estados individuales de India están en proceso de implementar la legislación aprobada por el gobierno central para regular el sector sanitario privado. Mientras tanto, las mujeres de India continúan sometiéndose a histerectomías innecesarias.


INFORMÉMOSLAS



Source: bbcnews



miércoles, 20 de noviembre de 2013

ADOLESCENTES SALUDABLES


Este mes realizamos Sesiones de Educación para la Salud de Adolescentes en la comunidad de Hadapsar. Los objetivos de esta sesión fueron:

- Crear conciencia sobre temas relacionados con la salud
- Controlar y prevenir problemas de salud
- Promover la salud y conductas responsables
- Apoyar y contribuir a desarrollar un entorno favorable para una vida sana.

Esta sesión se centró en los cambios físicos, mentales y emocionales que ocurren en la adolescencia. Nuestro objetivo es que las adolescentes comprendan los acontecimientos internos que se producen en esta etapa de la vida y aprendan a verlos e interactuar con ellos de una manera saludable.

Dentro del marco de Programas de Sensibilización sobre la Salud, también realizamos una Campaña de Inmunización contra la Rubéola en la comunidad para chicas de 12 a 18 años. Esta vacuna es necesaria para prevenir la infección durante el embarazo, durante el cual puede ocasionar serios problemas al feto. Para la actividad, colaboramos con Serum Institute, que proporciona vacunas de rubéola a bajo costo. En la primera sesión cubrimos a 46 menores.


CONTINUEMOS CUIDANDO SU SALUD GLOBAL




lunes, 18 de noviembre de 2013

NIÑAS A LA VENTA


Un granjero y padre de familia que pasaba grandes apuros económicos, pensó que era una buena idea enviar a su hija de 16 años a Nueva Delhi cuando le ofrecieron un trabajo allí.  Según cuenta, “Se subió a un tren y me dijo: Padre, no te preocupes por mí, volveré con suficiente dinero para que puedas casarme”.

Nunca más tuvo noticias de ella. Añade que “La policía no nos ha ayudado en nada. Una vez fueron a casa del traficante, pero no lo arrestaron. No me tratan bien cuando voy a hablar con ellos, así que ahora tengo miedo de ir”.

Mientras, en un barrio marginal de Calcuta, un hombre se gana la vida vendiendo niñas. Aunque no quiere dar su nombre, no le importa hablar abiertamente sobre su negocio. “He ganado mucho dinero porque hay mucha demanda de niñas trabajadoras y prostitutas menores de edad. Ahora tengo tres casas en Nueva Delhi”, dice. “Vendo entre 150 y 200 niñas al año, de los 10 a los 17 años. Les decimos a los padres que vamos a conseguir trabajo para las chicas en Nueva Delhi y luego las llevamos a las agencias de colocación. Lo que les pase después no es asunto mío”, dice.

El traficante afirma ganar 55.000 rupias (alrededor de €650) por cada niña. Los políticos locales y la policía parecen facilitar las cosas. “La policía sabe muy bien lo que hacemos. Tengo que informarles cuando estoy entregando una chica y pago sobornos en todas las ciudades. He tenido problemas con las autoridades, pero no tengo miedo. Si voy a la cárcel, tengo suficiente dinero para pagar la fianza”.

En Bengala Occidental, el director de la Unidad de Investigación Criminal encargada de combatir la trata de menores, describe la corrupción policial como “negligente” y dice que su unidad está “totalmente decidida” a combatir la trata de niñas. “Organizamos campamentos de formación y campañas de sensibilización. Hemos rescatado muchas menores y vamos a seguir luchando”, asegura.

“Cambiar la forma en que trabaja la policía no es suficiente. Después de rescatar a una niña, ¿qué hacemos?”, se pregunta un representante de una ONG. “Lo que necesitamos es una rehabilitación rápida. Necesitamos sistemas sociales y legales que funcionen.” Añade que hacen falta tribunales rápidos que eviten que el acusado salga en libertad bajo fianza con tanta facilidad.

Aún si se redujera la corrupción en gran medida, seguirían existiendo millones de menores y padres de familia sumidos en la pobreza y luchando por sobrevivir. Una solución duradera debe, necesariamente, tomar en cuenta el origen del síntoma social, en vez de sólo intentar paliar el síntoma en sí.


EDUQUEMOS PARA CONTRIBUIR A LA SOLUCIÓN



Fuente: elteologillo

lunes, 11 de noviembre de 2013

COSTURERAS DE NEGRO


He visitado un curso de costura para mujeres. Algunas de ellas son musulmanas y visten de negro. Viven en un slum (comunidad de chabolas), entre normas y prohibiciones. Incluso la risa la tienen prohibida, eso es lo más inhumano; pero cuando se juntan a coser, tienen la posibilidad de escapar de las normas. Aquí se ríen.

Sentarse al lado de mujeres vestidas de negro de arriba abajo impacta. Al menos a mí me ha movido, al principio. No me he atrevido a sacar la cámara. Creo que he interrumpido su rutina. Todas me miraban, no sabían qué iba a venir. Deepti me ha presentado y ellas se han presentado una a una.

—Soy Gyoti.
—Me llamo Pallabi.
—Shagupta
—Mubina
—Aisha
Llega mi turno.
—Aïcha, Aïcha, écoute-moi…

Se han reído, ya me he sentido cómoda.

Están aprendiendo a coser, acaban de empezar. Ojales, hilvanar telas… tengo a un lado a Mubina y Aisha. Tuvieron que dejar la escuela y vestirse de negro cuando llegó la pubertad. Ahora quieren ser costureras. Algún día harán vestidos de colores. El título del texto menciona costureras vestidas de negro, pero no todas se visten así, sólo las musulmanas; las hindúes llevan kurtas de colores vivos. Eso es lo único que las diferencia; por lo demás se entienden bien como mujeres de la comunidad.

La Fundación Asha-Kiran es la que ha creado este curso, y Deepti, la coordinadora, me ha mostrado el proyecto. Tienen en el aula cuatro máquinas de coser de la marca Rajesh, del estilo de las antiguas Singer. Sin embargo, para estas mujeres, es más importante lo que liberan hablando que lo que unen con hilos. “Éste es un espacio para hablar, el único donde alguien las escucha. Además, este curso les puede proporcionar un beneficio económico en el futuro”, explica Deepti. Una de las claves del éxito de este proyecto se basa en la cercanía: “Ofrecemos el curso en la misma comunidad, y como están cerca de casa lo tienen más fácil para convencer a los maridos para que les den permiso. Además, es gratis”.

Han dejado de lado las agujas por un momento y nos hemos puesto a charlar. Deepti ha hecho de traductora y mediadora. Combina de forma mágica la dulzura y el respeto; se nota que su trabajo la llena.

Muchas veces hablan de los problemas del hogar, de manera que liberan su carga y responsabilidad. “Aquí nos solemos reír”, ha comentado una, “sin tener que taparnos la boca, como dice la tradición”. Todas se ríen aquí, libremente. Por ejemplo, se les ha escapado una carcajada cuando hemos comentado que los hombres también pueden limpiar platos. “Sí, sabemos que las responsabilidades del hogar también son de los maridos, pero nunca se lo pediríamos…”.

“Hablamos sobre la situación de la mujer, sobre por qué ocurren tantas violaciones, por ejemplo”, comenta Nilofer, que ha sido la más atrevida a la hora de hablar. Las mujeres han hablado sobre tres problemas graves:

Violaciones.  Comentan que los medios de comunicación han empeorado la situación. Antes, en la televisión no se veían escenas de violencia o sexo, no se conseguían tan fácilmente películas pornográficas. “No se habla sobre la sexualidad, y las películas son la única referencia para los jóvenes. Lo que hacen es poner en práctica lo que ven los films y para eso cogen a cualquier mujer”, me ha traducido Deepti, y añade: “El problema reside en el patriarcalismo. Además, saben elegir a la víctima; cogen a la más débil, a la que no opondrá resistencia”.

Presión social. Es éste, según las mujeres, el problema más grave, el tener que vivir con el continuo  “qué pensarán los demás”, y han comenzado a dar ejemplos:

No podemos dar nuestra opinión porque está mal visto.
No podemos hablar con hombres que no sean de la familia.
Apenas podemos salir a la calle y siempre debemos estar en casa a las siete de la tarde.
Está establecido lo que debemos vestir.
No podemos reírnos libremente.
Las mujeres comemos después de que hayan terminado los hombres. Comemos lo que les ha sobrado.

Nacimientos de niñas. Las mujeres se ven como una carga en las comunidades: las tratarán mal, al casarse se irán con otra familia y además tendrán que dar una dote… entonces, ¿para qué parir mujeres? Esta presión recae en las esposas. “Pero las mujeres somos importantes, somos madres, sin nosotras no hay nacimientos”, razona Nilofer.

Cuando estábamos a punto de acabar la reunión, Pallabik, una mujer que había permanecido en silencio hasta ese momento, ha querido añadir algo: “¿Por qué estamos exponiendo sólo cosas negativas? Luego ella las contará en el extranjero y dará una mala imagen, pero podemos decir, por ejemplo, que la presidenta de India ha sido mujer hasta 2012, y que la jefa del cuerpo de policía de Pune es mujer”. 

Maria Antonia Artano, Periodista.



domingo, 3 de noviembre de 2013

NIÑAS A PUNTO DE CASARSE


Pratigya se entera de que Chandra, una madre del pueblo, está planeando casar a su hija Basanti. Pratigya coge su bolso y hace una visita a Chandra. Lo que sigue es una conversación amigable, pero incómoda, sobre el matrimonio infantil. Basanti apenas tiene 15 años de edad.  Las dos mujeres hablan de las razones por las que los padres casan a sus hijas a una edad temprana, y sobre los peligros que entraña el matrimonio infantil. También discuten la importancia de que las niñas continúen con su educación.

Más tarde, Pratigya comenta que “Las familias locales suelen creer que si no casan pronto a sus hijas, éstas podrían iniciar una relación con un chico, lo que traería deshonra a su familia. Le expliqué a Chandra que nosotros, como padres, debemos considerar un enfoque diferente. Las madres deben aconsejar a sus hijas como amigas, además de cómo madres, para que las menores escuchen a sus padres desde el amor y la sensatez, no desde el miedo a ser golpeadas”.

Pratigya vive en Bhawrak, una pequeña aldea en el estado más poblado de India, Uttar Pradesh. Con una población de casi 200 millones, el estado también tiene el mayor número de niños en el país. Acerca de 154 familias viven en Bhawrak, y todas ellas pertenecen a una casta socialmente excluida y marginada. Hasta hace poco, los niños aquí rara vez iban a la escuela, y a menudo estaban involucrados en trabajo infantil.

Con la colaboración de la Fundación Ikea, UNICEF está apoyando el gobierno de Uttar Pradesh para establecer Comités de Protección Infantil en todo el estado. Ahora, el comité de Bhawrak proporciona un entorno seguro en el que las personas pueden hablar de diversos temas sin temor a ser estigmatizadas. Desde la creación del Comité, Pratigya y otras mujeres se han convertido en agentes de cambio. Visitan los hogares y crean conciencia sobre el trabajo y el matrimonio infantil. Su mensaje es simple y claro: los niños deben estar en la escuela. Liderados por el jefe de la aldea, estos comités incluyen varios ancianos del pueblo, líderes, y dos menores de edad.

Con quince años, Anita es una de estas menores. “Mis padres solían decir que iban a casarme pronto, pero gracias a este Comité de Protección, los ancianos del pueblo han convencido a mis padres de que no lo hagan”, dice Anita. Los miembros del Comité han prometido apoyar el movimiento contra el matrimonio infantil, declarando públicamente que no van a casar a sus propias hijas antes de la edad legal, y su compromiso público ha tenido una influencia significativa en el resto del pueblo.

Mientras Pratigya y Chandra conversan, Chandra rompe a llorar. Le cuenta a Pratigya que casó a sus hijas mayores a una edad temprana. Una de ellas ha estado gravemente enferma por un embarazo complicado. Los médicos le han dicho que el útero de la niña está dañado, y lo han atribuido a su embarazo a los 16 años. Chandra decide no casar a su hija menor. “He aprendido de mis errores. He prometido a Basanti, mi hija menor, que seguirá estudiando y no se casará hasta que cumpla 18 años.”


PROMOVAMOS LA EDUCACIÓN DE MENORES Y ADULTOS



Fuente: UNICEF