He visitado un curso de costura para mujeres. Algunas de
ellas son musulmanas y visten de negro. Viven en un slum (comunidad de
chabolas), entre normas y prohibiciones. Incluso la risa la tienen prohibida,
eso es lo más inhumano; pero cuando se juntan a coser, tienen la posibilidad de
escapar de las normas. Aquí se ríen.
Sentarse al lado de mujeres vestidas de negro de arriba
abajo impacta. Al menos a mí me ha movido, al principio. No me he atrevido a
sacar la cámara. Creo que he interrumpido su rutina. Todas me miraban, no
sabían qué iba a venir. Deepti me ha presentado y ellas se han presentado una a
una.
—Soy Gyoti.
—Me llamo Pallabi.
—Shagupta
—Mubina
—Aisha
Llega mi turno.
—Aïcha, Aïcha, écoute-moi…
Se han reído, ya me he sentido cómoda.
Están aprendiendo a coser, acaban de empezar. Ojales,
hilvanar telas… tengo a un lado a Mubina y Aisha. Tuvieron que dejar la escuela
y vestirse de negro cuando llegó la pubertad. Ahora quieren ser costureras.
Algún día harán vestidos de colores. El título del texto menciona costureras
vestidas de negro, pero no todas se visten así, sólo las musulmanas; las hindúes
llevan kurtas de colores vivos. Eso es lo único que las diferencia; por lo
demás se entienden bien como mujeres de la comunidad.
La Fundación Asha-Kiran es la que ha creado este curso, y
Deepti, la coordinadora, me ha mostrado el proyecto. Tienen en el aula cuatro
máquinas de coser de la marca Rajesh, del estilo de las antiguas Singer. Sin
embargo, para estas mujeres, es más importante lo que liberan hablando que lo
que unen con hilos. “Éste es un espacio para hablar, el único donde alguien las
escucha. Además, este curso les puede proporcionar un beneficio económico en el
futuro”, explica Deepti. Una de las claves del éxito de este proyecto se basa
en la cercanía: “Ofrecemos el curso en la misma comunidad, y como están cerca
de casa lo tienen más fácil para convencer a los maridos para que les den
permiso. Además, es gratis”.
Han dejado de lado las agujas por un momento y nos hemos puesto
a charlar. Deepti ha hecho de traductora y mediadora. Combina de forma mágica
la dulzura y el respeto; se nota que su trabajo la llena.
Muchas veces hablan de los problemas del hogar, de manera
que liberan su carga y responsabilidad. “Aquí nos solemos reír”, ha comentado
una, “sin tener que taparnos la boca, como dice la tradición”. Todas se ríen
aquí, libremente. Por ejemplo, se les ha escapado una carcajada cuando hemos
comentado que los hombres también pueden limpiar platos. “Sí, sabemos que las
responsabilidades del hogar también son de los maridos, pero nunca se lo
pediríamos…”.
“Hablamos sobre la situación de la mujer, sobre por qué
ocurren tantas violaciones, por ejemplo”, comenta Nilofer, que ha sido la más
atrevida a la hora de hablar. Las mujeres han hablado sobre tres problemas
graves:
Violaciones. Comentan
que los medios de comunicación han empeorado la situación. Antes, en la
televisión no se veían escenas de violencia o sexo, no se conseguían tan fácilmente
películas pornográficas. “No se habla sobre la sexualidad, y las películas son
la única referencia para los jóvenes. Lo que hacen es poner en práctica lo que
ven los films y para eso cogen a cualquier mujer”, me ha traducido Deepti, y
añade: “El problema reside en el patriarcalismo. Además, saben elegir a la
víctima; cogen a la más débil, a la que no opondrá resistencia”.
Presión social. Es éste, según las mujeres, el problema más
grave, el tener que vivir con el continuo
“qué pensarán los demás”, y han comenzado a dar ejemplos:
No podemos dar nuestra opinión porque está mal visto.
No podemos hablar con hombres que no sean de la familia.
Apenas podemos salir a la calle y siempre debemos estar en
casa a las siete de la tarde.
Está establecido lo que debemos vestir.
No podemos reírnos libremente.
Las mujeres comemos después de que hayan terminado los
hombres. Comemos lo que les ha sobrado.
Nacimientos de niñas. Las mujeres se ven como una carga en
las comunidades: las tratarán mal, al casarse se irán con otra familia y además
tendrán que dar una dote… entonces, ¿para qué parir mujeres? Esta presión recae
en las esposas. “Pero las mujeres somos importantes, somos madres, sin nosotras
no hay nacimientos”, razona Nilofer.
Cuando estábamos a punto de acabar la reunión, Pallabik, una
mujer que había permanecido en silencio hasta ese momento, ha querido añadir
algo: “¿Por qué estamos exponiendo sólo cosas negativas? Luego ella las contará
en el extranjero y dará una mala imagen, pero podemos decir, por ejemplo, que
la presidenta de India ha sido mujer hasta 2012, y que la jefa del cuerpo de
policía de Pune es mujer”.
Maria
Antonia Artano, Periodista.