lunes, 11 de noviembre de 2013

COSTURERAS DE NEGRO


He visitado un curso de costura para mujeres. Algunas de ellas son musulmanas y visten de negro. Viven en un slum (comunidad de chabolas), entre normas y prohibiciones. Incluso la risa la tienen prohibida, eso es lo más inhumano; pero cuando se juntan a coser, tienen la posibilidad de escapar de las normas. Aquí se ríen.

Sentarse al lado de mujeres vestidas de negro de arriba abajo impacta. Al menos a mí me ha movido, al principio. No me he atrevido a sacar la cámara. Creo que he interrumpido su rutina. Todas me miraban, no sabían qué iba a venir. Deepti me ha presentado y ellas se han presentado una a una.

—Soy Gyoti.
—Me llamo Pallabi.
—Shagupta
—Mubina
—Aisha
Llega mi turno.
—Aïcha, Aïcha, écoute-moi…

Se han reído, ya me he sentido cómoda.

Están aprendiendo a coser, acaban de empezar. Ojales, hilvanar telas… tengo a un lado a Mubina y Aisha. Tuvieron que dejar la escuela y vestirse de negro cuando llegó la pubertad. Ahora quieren ser costureras. Algún día harán vestidos de colores. El título del texto menciona costureras vestidas de negro, pero no todas se visten así, sólo las musulmanas; las hindúes llevan kurtas de colores vivos. Eso es lo único que las diferencia; por lo demás se entienden bien como mujeres de la comunidad.

La Fundación Asha-Kiran es la que ha creado este curso, y Deepti, la coordinadora, me ha mostrado el proyecto. Tienen en el aula cuatro máquinas de coser de la marca Rajesh, del estilo de las antiguas Singer. Sin embargo, para estas mujeres, es más importante lo que liberan hablando que lo que unen con hilos. “Éste es un espacio para hablar, el único donde alguien las escucha. Además, este curso les puede proporcionar un beneficio económico en el futuro”, explica Deepti. Una de las claves del éxito de este proyecto se basa en la cercanía: “Ofrecemos el curso en la misma comunidad, y como están cerca de casa lo tienen más fácil para convencer a los maridos para que les den permiso. Además, es gratis”.

Han dejado de lado las agujas por un momento y nos hemos puesto a charlar. Deepti ha hecho de traductora y mediadora. Combina de forma mágica la dulzura y el respeto; se nota que su trabajo la llena.

Muchas veces hablan de los problemas del hogar, de manera que liberan su carga y responsabilidad. “Aquí nos solemos reír”, ha comentado una, “sin tener que taparnos la boca, como dice la tradición”. Todas se ríen aquí, libremente. Por ejemplo, se les ha escapado una carcajada cuando hemos comentado que los hombres también pueden limpiar platos. “Sí, sabemos que las responsabilidades del hogar también son de los maridos, pero nunca se lo pediríamos…”.

“Hablamos sobre la situación de la mujer, sobre por qué ocurren tantas violaciones, por ejemplo”, comenta Nilofer, que ha sido la más atrevida a la hora de hablar. Las mujeres han hablado sobre tres problemas graves:

Violaciones.  Comentan que los medios de comunicación han empeorado la situación. Antes, en la televisión no se veían escenas de violencia o sexo, no se conseguían tan fácilmente películas pornográficas. “No se habla sobre la sexualidad, y las películas son la única referencia para los jóvenes. Lo que hacen es poner en práctica lo que ven los films y para eso cogen a cualquier mujer”, me ha traducido Deepti, y añade: “El problema reside en el patriarcalismo. Además, saben elegir a la víctima; cogen a la más débil, a la que no opondrá resistencia”.

Presión social. Es éste, según las mujeres, el problema más grave, el tener que vivir con el continuo  “qué pensarán los demás”, y han comenzado a dar ejemplos:

No podemos dar nuestra opinión porque está mal visto.
No podemos hablar con hombres que no sean de la familia.
Apenas podemos salir a la calle y siempre debemos estar en casa a las siete de la tarde.
Está establecido lo que debemos vestir.
No podemos reírnos libremente.
Las mujeres comemos después de que hayan terminado los hombres. Comemos lo que les ha sobrado.

Nacimientos de niñas. Las mujeres se ven como una carga en las comunidades: las tratarán mal, al casarse se irán con otra familia y además tendrán que dar una dote… entonces, ¿para qué parir mujeres? Esta presión recae en las esposas. “Pero las mujeres somos importantes, somos madres, sin nosotras no hay nacimientos”, razona Nilofer.

Cuando estábamos a punto de acabar la reunión, Pallabik, una mujer que había permanecido en silencio hasta ese momento, ha querido añadir algo: “¿Por qué estamos exponiendo sólo cosas negativas? Luego ella las contará en el extranjero y dará una mala imagen, pero podemos decir, por ejemplo, que la presidenta de India ha sido mujer hasta 2012, y que la jefa del cuerpo de policía de Pune es mujer”. 

Maria Antonia Artano, Periodista.