El sector agrícola cuenta cada vez con menor peso en la pujante economía de India.
La crisis ha llevado al menos a 216.500 campesinos al suicidio, sobre todo en los estados de Maharashtra, Karnataka, Andra, Madya y Chattisgarh. Todas estas zonas son extensivas en monocultivo con semillas modificadas genéticamente.
Existen tres factores principales que contribuyen enormemente a esta problemática.
Al cultivar semillas modificadas genéticamente, en vez de guardarlas de un año para otro, los campesinos
deben comprarlas todos los años, ya que la capacidad reproductora de las semillas transgénicas está restringida.
El monocultivo aumenta espectacularmente las plagas, pues los insectos que afectan a un determinado tipo de cultivo crecen de forma descontrolada y se hace inevitable el uso de
pesticidas, que aumentan los costes para el agricultor. Eso sin mencionar el costo ecológico que esta práctica conlleva. Muchos campesinos enferman y ven morir a sus animales cuando éstos pastan en zonas expuestas a los pesticidas.
La sobreexplotación de la tierra deja los terrenos yermos y obliga al uso de
fertilizantes para nutrir los cultivos: otro costo añadido.
Extenuados por la coyuntura, los granjeros recurren a
la venta de órganos o van a buscar trabajo a las ciudades, donde les aguarda una vida nómada y llena de privaciones. Cuando emigran con su familia inmediata,
ellos y sus hijos carecen de los servicios más básicos, como atención médica y educación.
Muchos se dan por vencidos y optan por quitarse la vida, a pesar de que el suicidio está mal visto en el hinduismo. Según los analistas, un sistema crediticio insuficiente deja a los campesinos
en manos de usureros particulares que cobran intereses desorbitados y acaban quedándose con la propiedad de la tierra.
Ante este drama, se vienen produciendo una serie de manifestaciones en el distrito de Yavatmal del estado de Maharashtra, para exigir que el suicidio sea considerado homicidio, considerando como autor del crimen al prestamista. “El Gobierno no se está tomando el asunto en serio, pero es muy grave.
La población rural está viviendo en la depresión. Es un genocidio”, dice Vidarbha Janandolan Samiti, presidente de la Asociación de Movimiento Popular, que lucha por los derechos de los agricultores.
India está pagando el precio de la “Revolución Verde” que comenzó a mediados de la década de 1960 y permitió duplicar su producción de alimentos en menos de 20 años. Los monocultivos se expandieron a través de semillas modificadas, fertilizantes, pesticidas y mayor superficie irrigada, pero hoy suponen un elevado costo de producción, un mayor riesgo de fracaso en las cosechas, una tierra que se agota, y
una población rural al borde de la extinción.
Fuente: urbanicultor