Niños de la Calle son aquéllos que pasan sus vidas en las calles, realizando todas sus actividades diarias y trabajando en ellas para ganarse el sustento. En algunas ocasiones, son las familias las que viven juntas en esta delicada situación; en otras, los niños dejan a sus familias y tratan de iniciar una nueva vida, son abandonados o huérfanos.
Carecen de facilidades para la higiene personal, de servicios sanitarios y de alimentación, lo que los vuelve propensos a sufrir desnutrición, hambre y enfermedades agravadas por sus precarias circunstancias.
La mayoría de los niños que viven en la calle
están física y emocionalmente desgastados por la necesidad de ganarse la vida a una edad tan temprana; no disponen de un entorno seguro, de un lugar que consideren como propio, donde se les ofrezca servicios básicos ni la presencia de adultos que los protejan y les den el afecto para desarrollarse y adquirir la confianza necesaria que los prepare para formar parte de la sociedad como ciudadanos plenamente integrados.
Los niños de la calle sin hogar comparten la condición común de estar
“fuera de lugar” en los ambientes de la calle, así como fuera de las esferas que se consideran más apropiadas para los niños, tales como el hogar, la escuela y lugares de recreación. Esta condición hace que también se tienda a ubicar a estos niños fuera de las normas y leyes generales de protección de los niños que existen en la sociedad.
Los niños de la calle tienen, en comparación con la mayoría de los otros niños,
menores probabilidades de acceder a la educación formal, sea por su mayor movilidad, falta de certificados de nacimiento o una dirección de residencia, o la falta de adultos que les inscriban y matriculen en las escuelas.
Los niños de la calle están particularmente expuestos a ciertos riesgos de salud; se puede apreciar que los niños de la calle tienen un alto riesgo de malnutrición, de problemas de salud mental, de tener accidentes en la calle; están expuestos a altos niveles de contaminación, infecciones crónicas de la piel, mayor exposición a enfermedades de transmisión sexual y SIDA, relaciones sexuales abusivas, y riesgos de embarazos no deseados.
Un término más global, que comienza a calar en las distintas instituciones y organizaciones, que abarca el de Niños de la Calle, es el de
“Niños Vulnerables”. Niños sin directrices, niños sin protección.
Algunos ejemplos de niños vulnerables son:
· Niños de la calle.
· Hijos de trabajadores de la construcción, que se trasladan a cada nuevo lugar donde trabajan, construyendo allí nuevos asentamientos.
· Niños que trabajan o mendigan para mantenerse a sí mismos o a sus familias.
· Niños con los que se trafica, y que en ocasiones permanecen en situaciones de esclavitud o semiesclavitud.
· Niños con enfermedades graves, hereditarias o generadas por la situación de precariedad en la que viven.
· Niños que tienen problemas con la ley.
La calle es, a pesar de todo, el principal, y casi el único, escenario de las relaciones sociales de estos niños, sean éstas positivas o negativas. Ellos viven allí y no por eso dejan de ser personas con derechos. Dicho de otra forma, debemos
entender y describir sus realidades (sus problemas) desde la perspectiva de los propios niños, su visión del mundo, y no sólo desde la nuestra.
Esta será la mejor forma de que nuestra descripción se ajuste, en la medida de lo posible, a las trayectorias particulares de los niños, a la especificidad cultural y social de sus vidas así como a sus contextos personales. Para conseguir esto, debemos
escuchar sus voces, las voces de los niños de la calle.
Así, se podrá pasar de hablar de un término anónimo y vacío, a hablar de una realidad concreta: de las personas que, a pesar de ser niños o niñas, viven en la calle. De esta forma, también, seremos capaces de poder entender mejor el término
“niños de la calle” y la naturaleza de su campo semántico de múltiples y cambiantes significados, tantos como los niños y niñas.