Después de descender más de 20 metros hasta fosas oscuras y húmedas, los niños mineros del estado indio de Meghalaya entran a túneles horizontales extremadamente estrechos, se arrastran muchos metros a través del lodo, y comienzan su jornada excavando carbón. Atan trapos a sus cabezas para sostener sus linternas y tapan sus oídos con tela. No existen botas, cascos ni herramientas de seguridad.
Unos 400 millones de niños trabajan en situación de semi-esclavitud en el mundo. Con motivo de la celebración Día Mundial contra la Explotación Infantil el 16 de abril, muchas organizaciones han reiterado sus llamamientos para no abandonar a los niños explotados. En India, niños trabajadores desde cinco años de edad pueden encontrarse en tiendas, granjas, fábricas, obras en construcción y hogares particulares. En ocasiones, arriesgan sus vidas para contribuir al sustento familiar.
Contrastando con la ley de 2010 que obliga a todos los niños de entre seis y catorce años a asistir al colegio, UNICEF apunta que hay cerca de 28 millones de menores trabajadores en India. La solicitud internacional es que se apruebe otra ley de forma urgente para prohibir cualquier forma de trabajo infantil, pero incluso los activistas concuerdan en que las leyes pueden hacer poco para resolver una de las problemáticas más importantes de India.
“Tenemos muy buenas leyes en este país”, dice un especialista en protección infantil de UNICEF. “El problema está en nuestra forma de hacerlas cumplir”. Por otro lado, aunque la Ley de Minas de India prohíbe que cualquier menor de 18 años trabaje en ellas, los mismos padres de los niños mineros afirman que “Es necesario que nuestros hijos trabajen. Nadie va a regalarnos dinero”.
En 2010, la ONG Impulse informó que casi 70.000 niños trabajaban en unas 5.000 minas. Un joven trabajador afirma que ha visto morir a algunos compañeros, y que a pesar de haberse lastimado seriamente una vez, tuvo que trabajar al día siguiente. “¿Cómo podemos dejar de trabajar? ¡Tenemos que comer!”. La contradicción es evidente: aún si se hacen cumplir las leyes que prohíben el trabajo infantil, la necesidad impulsa a los padres a compartir con sus hijos la responsabilidad de mantener a la familia. Sin embargo, esta necesidad no siempre es tan extrema como para no admitir alternativas.
A través de nuestro trabajo como ONG, vemos que este patrón puede ser retado al crear conciencia en los padres sobre la importancia de la educación. Una vez creada, es necesario proporcionar servicios, herramientas y formación, de manera que los padres puedan permitir a sus hijos disfrutar de su niñez mientras tienen acceso a una educación que aumente sus posibilidades de salir del círculo ignorancia-pobreza.
Fuentes: guioteca / 20minutos