lunes, 12 de agosto de 2013

NIÑAS DEVADASI PROSTITUTAS


Cada mes de enero, casi medio millón de personas visitan la pequeña ciudad de Saundatti para ser bendecidas por Yellamma, la diosa hindú de la fertilidad. Algunas niñas de familias “intocables” o de casta inferior se “casan” con Yellamma desde su primera infancia. No se les permite casarse con un mortal, ya que están obligadas a dedicarse toda su vida al servicio de la diosa. Esto fue alguna vez considerado un llamamiento santo, pero en la práctica, convertirse en devadasi es un camino directo a la explotación sexual.

Las devadasi de siglos atrás eran instruidas en la oración, la música y la danza. A menudo eran cortesanas, pero tenían un control sobre sus vidas que no se les permitía a el resto de mujeres indias. El sistema devadasi fue creado por la clase feudal y sus sacerdotes (brahmanes). Aparentemente, éstos idearon un medio de darle a la prostitución una aprobación religiosa oficial.

A partir de la pubertad, las devadasi “sirven” a los sacerdotes y a los internos del templo, así como a los zamindares (terratenientes locales) y a otros hombres con dinero y poder. El “servicio” (satisfacción sexual) a estos hombres se considera semejante a servir a Dios. Si una devadasi se escapara, sería rechazada por la sociedad. Las niñas también son extremadamente vulnerables a ser vendidas o traficadas a burdeles en Bombay, Nueva Delhi, Pune y otras ciudades principales.

Se estima que hay más de 450.000 devadasi atrapadas en esta forma de prostitución, deificada y glorificada por atroces leyes religiosas. De acuerdo con la Ley de Seguridad de Devadasi de 1934, esta práctica está prohibida en India. La prohibición se reforzó de nuevo en 1980, pero la ley se rompe cada día. La pobreza y el hecho de ser “intocable” contribuye a la persistencia de esta terrible práctica. Se necesitan acciones inteligentes y efectivas para transformar las tradiciones y la pobreza que empuja a las familias a ofrecer sus hijas como devadasi.



Fuente: theguardian.com