Los residentes del Hogar Yashodhara son niños que estaban en una situación de riesgo y vulnerabilidad extrema antes de ser acogidos. Provienen de hogares en los que probablemente han recibido maltratos físicos, sufrido abusos sexuales, o han sido obligados a trabajar. Todo esto parece olvidarse en el tiempo presente al ver su alegría, vitalidad y sus imborrables sonrisas, pero ha habido momentos en los que sobre sus corazones también se han acumulado pliegues de tristeza y desaliento.
Con las visitas de Voluntarios, Madrinas y Padrinos, parecen caerse los velos de estos pliegues. Es un regalo que va más allá de un simple contacto. La forma en que los niños reciben el amor de estas personas, de forma inesperada, les abre las puertas a otras posibilidades de estar en el mundo. Parecen sanar con estos movimientos humanos que penetran en el Hogar Yashodhara y en cada uno de sus numerosos anhelos y actividades. Cualquier gesto, por insignificante que parezca, abarca una dimensión inconmensurable.
GRACIAS a Mª Ángeles, Cinta, y a todos aquellos que brindan sus corazones a los niños.
Eshana Alcover – Voluntaria residente en el Hogar Yashodhara