En los años 60, el pequeño poblado de Gehlaur, en el norte de India, estaba casi aislado. Un montículo de 90 metros dificultaba el acceso a escuelas, hospitales y empleos. Dashrath Manjhi, un lugareño, tenía que ir al otro lado para llegar hasta la granja donde trabajaba. Había un camino peligroso en el que a menudo se producían accidentes. Un día, su esposa se lastimó en camino a llevarle el almuerzo. Fue entonces cuando Manjhi decidió vender sus cabras y comprar herramientas para construir un camino mejor.
Sin abandonar su trabajo en el campo, Manjhi dedicó su tiempo libre y muchas horas de sueño para horadar la montaña. Un tiempo después, su esposa cayó gravemente enferma y le fue imposible desplazarse hasta la ciudad más cercana (a 75 kilómetros de camino), donde se encontraba el médico. La pérdida de su esposa fortaleció la determinación de Manjhi. Los residentes de su aldea empezaron a proporcionarle comida, y tras dejar su empleo, este auténtico héroe regional terminó de construir un camino de 100 metros de largo y 10 de ancho tras trabajar en solitario durante 22 años con martillos, palancas y cinceles.
Terminado en 1982, el camino sigue permitiendo a los habitantes de medio centenar de pequeños pueblos llegar al hospital o la escuela recorriendo solo 5 kilómetros. Si la determinación y el empeño de una sola persona pudieron mover una montaña, ¿qué podrían conseguir muchas manos y corazones unidos?
Fuente: rt.com