miércoles, 22 de julio de 2015

EL PESO DE INDIA TAMBIÉN SOBRE SUS NIÑOS


Es fácil ver gran cantidad de niños trabajando en restaurantes, pequeñas tiendas o puestos de comida callejero en cualquier ciudad de India. No tan visibles, también hay niños que trabajan en la minería y las fábricas, y muchos más que ayudan a sus padres en la agricltura.

El trabajo infantil en India es una realidad irrefutable y persistente, y los cambios que propone el gobierno generan dudas entre los activistas, que consideran que los propósitos de los políticos y las consecuencias que generan las leyes van por caminos opuestos.

Recientemente, el gabinete del Primer Ministro Modi aprobó la prohibición del empleo de menores de 14 años en cualquier trabajo, excepto en empresas familiares o en actividades de entretenimiento o deportivas (excluyendo el circo). En estos casos, el trabajo del menor debe realizarse fuera del horario escolar o en vacaciones, y siempre que no sea peligroso.

En el paquete de medidas que debe pasar por el Parlamento, los castigos por incumplimiento de la ley se han endurecido. La pena puede llegar hasta los tres años de cárcel y unos 700€ de multa, pero los activistas han calificado de "regresivos" los cambios del Gobierno de Modi. "Estamos legalizando una horrible realidad en vez de prohibirla", dice el abogado Vrinda Grover.

El poder Ejecutivo sostiene que se basa en un "equilibrio entre la necesidad de educar a un niño y la realidad socioeconómica del tejido social del país". Según el Banco Mundial, 300 millones de indios viven con menos de 1€ al día, por lo que muchos niños acompañan a sus padres en trabajos como la artesanía o la agricultura.

Sin embargo, cuando Kailash Satyarthi ganó el Nobel de la Paz por su lucha en defensa de los derechos de la infancia, afirmó que "Esta lacra persiste por la corrupción de las autoridades y por la apatía de la sociedad. Detrás de la explotación infantil hay mucho dinero negro". En India, una cosa son las leyes y otra muy distinta su implementación.

Esperemos que, en un futuro no lejano, ningún niño tenga que decir lo mismo que Rahul, un joven del norte de India: "Hasta que llegué a décimo curso, tuve que compaginar trabajo y estudio. Prefería estudiar, pero tenía que ayudar a mi familia".

Fuente: elmundo.es