India es el país con la mayor población adolescente del mundo: 243 millones de chicas y chicos. Según el Informe de UNICEF sobre el Estado Mundial de la Infancia 2011, esta cifra representa el 20% de todos los adolescentes del mundo. Para una nación en claro proceso de crecimiento económico, estos datos deberían resultar esperanzadores, si no fuera porque India posee también uno de los peores estándares de vida para este grupo, tanto en materia de salud como de educación: el 56% de las niñas de entre 11 y 19 años y el 30% de los niños en este mismo grupo de edad sufren de anemia, el 47% padece desnutrición y casi el 40% no va a la escuela.
Evidentemente, en India, las acciones orientadas a este grupo de la población resultan especialmente necesarias y urgentes. A través del proyecto Desarrollo Comunitario en Hadapsar, Asha-Kiran tiene la oportunidad de llegar de forma directa a 70 adolescentes de ambos sexos. Para ellos, se organizó el programa de Educación Adolescente, un conjunto de sesiones dirigidas por Deepti, nuestra Trabajadora Social, con el objetivo de ofrecer a este grupo de chicos y chicas las herramientas necesarias para pensar su situación (en la comunidad y en la sociedad en general) y actuar sobre ella, modificándola cuando atente contra sus necesidades básicas o su integridad física y moral.
En India, las y los adolescentes tienen que combatir problemas como la desnutrición y la anemia, el embarazo adolescente (y todas las complicaciones asociadas a él: una mayor mortalidad materna e infantil), enfermedades de transmisión sexual incluyendo el VIH, el abuso de drogas, el abandono escolar, el analfabetismo, la depresión, el suicidio, las agresiones físicas y la violencia sexual. Por ello, durante las ocho sesiones programadas para el periodo 2011-2012, Asha-Kiran optó por enfocar, uno a uno, los temas más urgentes. En primer lugar, se trataron en forma conjunta (chicos y chicas debatiendo y compartiendo puntos de vista) los temas relacionados con la salud, la higiene y la alimentación.
Aunque el proyecto Desarrollo Comunitario en Hadapsar no ofrece provisión alimentaria ni sanitaria directa, se abordaron con los y las adolescentes las mejores prácticas de alimentación nutritiva en el Hogar y los pasos a dar para acceder a atención curativa y preventiva en los Centros de Salud Pública. Además, se llevaron a cabo talleres sobre prácticas saludables en higiene personal y del entorno para evitar enfermedades. A diferencia de las actividades de Educación para la Salud orientadas a los más pequeños de la comunidad, en las sesiones con el grupo adolescente se hizo hincapié en el papel de la responsabilidad que viene con la madurez, y la necesaria reflexión sobre cómo algunos comportamientos y costumbres que están en sus manos modificar (como las relacionadas con qué comer, cómo asearse correctamente o cómo cuidar el entorno comunitario) pueden impactar positivamente en el estilo de vida individual, familiar y comunitario.
Para tratar temas más íntimos, se trabajó de forma separada con chicas y chicos. Abordar asuntos relacionados a los cambios físicos, emocionales y psicológicos propios de la adolescencia en un grupo mixto es una tarea casi imposible; a las reservas y los complejos propios de la edad se le suma la condición de “ser mujer en India”, un latente complejo de inferioridad que dificulta la interacción de igual a igual en un grupo mixto.
En estos grupos independientes, Deepti trabajó dinámicas de pensamiento creativo y detección de patrones de comportamientos. El objetivo era que, tanto chicas como chicos, reconocieran en sus reacciones usuales, información falsa, prejuicios o miedos que dirigen su comportamiento. Sólo conociendo y reflexionando sobre sus propios patrones y mecanismos de pensamiento, pueden intentar controlar sus reacciones cuando éstas los dañen a ellos mismos o a quienes los rodean. Con este tipo de dinámicas, se intenta también que los adolescentes reconozcan la presión social o de grupo, y sean capaces de responder a ella con autonomía, especialmente en lo referido a las prácticas sexuales o el abuso de drogas. No hay que perder de vista que, en India, aproximadamente el 35% de nuevas infecciones de VIH ocurren entre los 15 y los 24 años de edad.
Pero además, en palabras de Deepti, “se trabajó también la sensibilización sobre la igualdad de género en el grupo mixto, porque sólo pueden aprender a respetarse si se miran unos a otros”. En el caso de las chicas, además, se discutió en profundidad, y en un ambiente de completa complicidad, el tema del matrimonio adolescente. En el país, el 43% de las niñas se casa antes de los 18 años, y el 13% de ellas se convierte en madre adolescente. Sólo recordándoles a ellas (y a ellos), una y otra vez, que el matrimonio, el inicio de la vida sexual y el embarazo son decisiones que ellas mismas deben tomar, se empieza a generar el valor necesario que requerirán estas jóvenes para defender su autonomía dentro de su familia y su comunidad.
“No vamos a notar un cambio de un día para otro, después de estas sesiones, pero, por lo menos, estamos seguros de que los procesos de pensamiento de estos muchachos y muchachas se empiezan a transformar, porque han tenido la oportunidad - inexistente en sus entornos más próximos - de comenzar a pensar por sí mismos. Han podido discutir y compartir experiencias, temores y expectativas. Ahora nos toca acompañarlos y atender individualmente sus inquietudes y las inseguridades que seguramente acompañarán a su nueva perspectiva y la forma de verse a sí mismos, resultantes de este programa de Educación Adolescente. Poco a poco, empezarán a tomar nuevas decisiones y nosotros estaremos ahí para apoyarlos”.
Evidentemente, en India, las acciones orientadas a este grupo de la población resultan especialmente necesarias y urgentes. A través del proyecto Desarrollo Comunitario en Hadapsar, Asha-Kiran tiene la oportunidad de llegar de forma directa a 70 adolescentes de ambos sexos. Para ellos, se organizó el programa de Educación Adolescente, un conjunto de sesiones dirigidas por Deepti, nuestra Trabajadora Social, con el objetivo de ofrecer a este grupo de chicos y chicas las herramientas necesarias para pensar su situación (en la comunidad y en la sociedad en general) y actuar sobre ella, modificándola cuando atente contra sus necesidades básicas o su integridad física y moral.
En India, las y los adolescentes tienen que combatir problemas como la desnutrición y la anemia, el embarazo adolescente (y todas las complicaciones asociadas a él: una mayor mortalidad materna e infantil), enfermedades de transmisión sexual incluyendo el VIH, el abuso de drogas, el abandono escolar, el analfabetismo, la depresión, el suicidio, las agresiones físicas y la violencia sexual. Por ello, durante las ocho sesiones programadas para el periodo 2011-2012, Asha-Kiran optó por enfocar, uno a uno, los temas más urgentes. En primer lugar, se trataron en forma conjunta (chicos y chicas debatiendo y compartiendo puntos de vista) los temas relacionados con la salud, la higiene y la alimentación.
Aunque el proyecto Desarrollo Comunitario en Hadapsar no ofrece provisión alimentaria ni sanitaria directa, se abordaron con los y las adolescentes las mejores prácticas de alimentación nutritiva en el Hogar y los pasos a dar para acceder a atención curativa y preventiva en los Centros de Salud Pública. Además, se llevaron a cabo talleres sobre prácticas saludables en higiene personal y del entorno para evitar enfermedades. A diferencia de las actividades de Educación para la Salud orientadas a los más pequeños de la comunidad, en las sesiones con el grupo adolescente se hizo hincapié en el papel de la responsabilidad que viene con la madurez, y la necesaria reflexión sobre cómo algunos comportamientos y costumbres que están en sus manos modificar (como las relacionadas con qué comer, cómo asearse correctamente o cómo cuidar el entorno comunitario) pueden impactar positivamente en el estilo de vida individual, familiar y comunitario.
Para tratar temas más íntimos, se trabajó de forma separada con chicas y chicos. Abordar asuntos relacionados a los cambios físicos, emocionales y psicológicos propios de la adolescencia en un grupo mixto es una tarea casi imposible; a las reservas y los complejos propios de la edad se le suma la condición de “ser mujer en India”, un latente complejo de inferioridad que dificulta la interacción de igual a igual en un grupo mixto.
En estos grupos independientes, Deepti trabajó dinámicas de pensamiento creativo y detección de patrones de comportamientos. El objetivo era que, tanto chicas como chicos, reconocieran en sus reacciones usuales, información falsa, prejuicios o miedos que dirigen su comportamiento. Sólo conociendo y reflexionando sobre sus propios patrones y mecanismos de pensamiento, pueden intentar controlar sus reacciones cuando éstas los dañen a ellos mismos o a quienes los rodean. Con este tipo de dinámicas, se intenta también que los adolescentes reconozcan la presión social o de grupo, y sean capaces de responder a ella con autonomía, especialmente en lo referido a las prácticas sexuales o el abuso de drogas. No hay que perder de vista que, en India, aproximadamente el 35% de nuevas infecciones de VIH ocurren entre los 15 y los 24 años de edad.
Pero además, en palabras de Deepti, “se trabajó también la sensibilización sobre la igualdad de género en el grupo mixto, porque sólo pueden aprender a respetarse si se miran unos a otros”. En el caso de las chicas, además, se discutió en profundidad, y en un ambiente de completa complicidad, el tema del matrimonio adolescente. En el país, el 43% de las niñas se casa antes de los 18 años, y el 13% de ellas se convierte en madre adolescente. Sólo recordándoles a ellas (y a ellos), una y otra vez, que el matrimonio, el inicio de la vida sexual y el embarazo son decisiones que ellas mismas deben tomar, se empieza a generar el valor necesario que requerirán estas jóvenes para defender su autonomía dentro de su familia y su comunidad.
“No vamos a notar un cambio de un día para otro, después de estas sesiones, pero, por lo menos, estamos seguros de que los procesos de pensamiento de estos muchachos y muchachas se empiezan a transformar, porque han tenido la oportunidad - inexistente en sus entornos más próximos - de comenzar a pensar por sí mismos. Han podido discutir y compartir experiencias, temores y expectativas. Ahora nos toca acompañarlos y atender individualmente sus inquietudes y las inseguridades que seguramente acompañarán a su nueva perspectiva y la forma de verse a sí mismos, resultantes de este programa de Educación Adolescente. Poco a poco, empezarán a tomar nuevas decisiones y nosotros estaremos ahí para apoyarlos”.