
Ya han pasado seis meses desde que llegué al Hogar Yashodhara y la experiencia siempre es renovada; sólo cuando se considera que algo es inusual la mente deja su tacañería de lado. Quizás lo que me llevó a viajar hasta aquí fue el hambre de ver con claridad.
Entre otras tareas, se podría decir que me he convertido en una guardiana o cuidadora de los niños, que para mí es un placer ocasional y para ellos pueda que a veces el que los cuiden sea una molestia. Quizás sea por la falta de comprensión en el habla o que el mundo de los niños es un constante desafío para la consciencia. Pero veo con claridad que el error está en juzgar a los chicos por el baremo de los adultos, olvidando que un niño es rápido y móvil como una corriente de agua y que no es necesario que cualquier impureza provoque gran alarma, porque la velocidad de la corriente es en sí misma el mejor correctivo. Por eso, es más el cuidador o el guarda quien tiene que evitar comportarse de forma incorrecta.
Así que permanezco atenta a la escucha, cosiendo bolsillos, porque todavía tiene que nacer el niño que sea tan pobre que no tenga con qué llenarse los bolsillos. Observando los riachuelos con sus gustos, manías y apetencias. Observando cómo voy recibiendo una educación sensorial sin entender por completo cada paso. El que habita en la superficie no siempre sabe lo que ocurre en lo recóndito de la consciencia.
Agradecida.
Eshana Alcover – Voluntaria residente en el Hogar Yashodhara
El trabajo infantil perpetúa el círculo vicioso de la pobreza e impide que los niños adquieran la educación necesaria para asegurarse un futuro mejor. Asimismo, las consecuencias de ese nocivo fenómeno van mucho más allá de la niñez: recaen también sobre la economía de un país pues éste pierde competitividad, productividad e ingresos potenciales. Rescatar a los niños de las garras del trabajo infantil, impartirles una educación y ayudar a sus familias mediante la formación y las oportunidades de empleo, contrarresta el déficit de trabajo digno para los adultos.
Puede que esto suene bien, pero la realidad es diferente. Los niños se pueden ver fácilmente en chiringuitos de carretera, puestos de té, recogiendo trapos y haciendo otros trabajos "poco saludables". No van al colegio por una u otra razón. "La afirmación de los funcionarios contradice el hecho de que la tasa de deserción escolar en Uttar Pradesh es alrededor de 25-30%", dijo Rajni Kant, coordinador estatal de la Campaña contra el Trabajo Infantil (CACL). "Hasta la fecha, el número máximo de niños trabajadores (alrededor de un millón) se encuentran en Uttar Pradesh", dijo, y agregó que dada esta situación, ¿cómo pueden afirmar que todos los niños quedaron al cobijo del Decreto del Derecho a la Educación?