A lo largo de los años, el número de copartícipes de IPEC ha aumentado, e incluye ahora a organizaciones de empleadores y trabajadores, otras agencias gubernamentales e internacionales, entidades privadas, organizaciones de base comunitaria, ONG, los medios, parlamentarios, la magistratura, universidades, grupos religiosos y, por supuesto, los niños y sus familias.
Sin embargo, queda mucho trabajo por delante…
Algunos niños y niñas que viven en un barrio pobre de la localidad india de Shivpurva recogen chatarra procedente de un contenedor de basura. Es una escena común en toda la ciudad de Varanasi. Cuando se les pregunta, uno de ellos responde que hacen lo que pueden para mantener a sus familias. Ninguno conoce sus derechos. Como ellos, hay decenas de niños recoge-trapos que pasan todo el día en las carreteras de la ciudad.
Algunos niños y niñas que viven en un barrio pobre de la localidad india de Shivpurva recogen chatarra procedente de un contenedor de basura. Es una escena común en toda la ciudad de Varanasi. Cuando se les pregunta, uno de ellos responde que hacen lo que pueden para mantener a sus familias. Ninguno conoce sus derechos. Como ellos, hay decenas de niños recoge-trapos que pasan todo el día en las carreteras de la ciudad.
El trabajo infantil perpetúa el círculo vicioso de la pobreza e impide que los niños adquieran la educación necesaria para asegurarse un futuro mejor. Asimismo, las consecuencias de ese nocivo fenómeno van mucho más allá de la niñez: recaen también sobre la economía de un país pues éste pierde competitividad, productividad e ingresos potenciales. Rescatar a los niños de las garras del trabajo infantil, impartirles una educación y ayudar a sus familias mediante la formación y las oportunidades de empleo, contrarresta el déficit de trabajo digno para los adultos.
Fuentes: Organización Internacional del Trabajo/BNET